LA ARQUITECTURA EN LA ALEMANIA DE HITLER
Fue la personalidad del Arq. Albert Speer, Ministro del Reich e Inspector General de Edificación de la ciudad de Berlín, una de las más relevantes en el campo de la actual arquitectura alemana de la época. Nacido en Mannheim en 1905, cursó estudios en la Alta Escuela Técnica de Berlín. En posesión de las carreras de Ingeniería y Arquitectura, prestó relevantes servicios en el período de organización del nuevo Estado Nacional-Socialista, distinguiéndose con la construcción de las grandes obras destinadas a los congresos y reuniones del Partido de Nuremberg.
En
1937 fue nombrado Inspector General de Edificación de la ciudad de Berlín, y en
esta calidad, encargado de los grandes planes de reforma que vieron un comienzo
de realización y de los que fueron elementos destacados el magnífico edificio
de la Nueva Cancillería y la larga avenida transversal que cruzaría Berlín de este a oeste, con toda
una serie de importantes edificios.
La
primera gran obra arquitectónica en un ambiente histórico y urbano fue la Plaza
Real de Munich, debida al primer Arquitecto del Führer, Paul Ludwig Troost,
fallecido, por desgracia, poco antes de terminarla. A ambos lados de los
Templos de la Fama, erigidos en conmemoración de los muertos del intento de
alzamiento nacional de noviembre de 1923, dos grandes edificios de la Jefatura
Suprema del Movimiento cerraban la parte oeste de la plaza, que, despojada de
todo elemento natural y fortuito (como árboles y verdor), daban un marco de
piedra severo y digno a los héroes caídos. Fue también Troost autor de la Nueva
Casa del Arte Alemán, en la que se celebraban exposiciones anuales de pintores
alemanes contemporáneos y que reafirmaban la posición de Munich como importante
centro de actividad artística.
En
Nuremberg, la ciudad de los congresos del Partido Nacional Socialista, era
donde podía comprobarse mejor el influjo antes señalado, de la renovación
política sobre las creaciones arquitectónicas; aquí, en efecto, surgió en la
mente del Führer, al calor de las primeras y cada vez mayores manifestaciones
al aire libre, el magno proyecto de la Explanada de los Congresos del Partido,
conjunto de construcciones monumentales de las que algunos estaban casi
terminadas ya, al interrumpirse las obras a consecuencia de la guerra; los
edificios del Foro del Movimiento, el Pabellón del Congreso, la amplia Vía de
los Desfiles, de noventa metros de anchura; el Campo de March, que serviría en
el futuro para las manifestaciones del Ejército; el «Zeppelinfeld», el proyectado
Estadio Alemán, fueron sus partes esenciales. El planteamiento fue encomendado
en 1934 a Albert Speer, el cual concibió un eje atrevido en el dispositivo
general y amplió considerablemente las
proporciones totales de éste, que fue, además, puesto en contacto más estrecho
con la vieja ciudad.
Pero
la cima y remate de las reformas urbanas habría de ser la de Berlín,
encomendada también a Speer, para la cual se destinaron fondos extraordinarios.
Se previó una gran cruz de calles con eje dominante Norte-Sur, con cuatro
grandes calles de circunvalación destinadas a descongestionar el tráfico interior,
y nuevos espacios de verdor que penetrarían profundamente como lenguas radiales
en el antiguo núcleo urbano. Ya en 1939 se había terminado una parte importante
de la avenida Este-Oeste desde la Puerta de Brandenburgo hasta la Plaza de
Mussolini.
Poco
antes se había construido también el primer edificio representativo dentro de
la reforma: la Nueva Cancillería. Esta, elevada por Speer en el breve espacio
de nueve meses, prestó su marco adecuado a las esculturas de Arno Breker, a los
mosaicos de Hermann Kaspar y a los gobelinos de Werner Peiner, y fue tan
característica del nuevo espíritu por sus líneas externas, equilibradas y
sencillas, como por su aspecto interior, en el que sobresalían la Gran Galería
de Mármol y el Despacho del Führer.
Otra
serie de ciudades serían también objeto de amplías reformas. Entre los nombres
de Arquitectos destacados, se puede añadir a los de Troost y Speer, los de Joseph
Thorak y Kurt Schmid Ehren, que actuaron en Munich y Nuremberg; Hermann
Giesler, Roderich Fink y Wilhelm Kreis, cuya labor fue, asimismo, muy fecunda y
variada.
Finalmente,
una breve referencia a las Escuelas de Mandos, entre las que cabe citar la de
Sonthofen, obra de Giesler; numerosos Hogares de la Juventud Hitleriana; la
Escuela Superior del Partido, que comenzó a construirse en Chiemsee, etc.
Muchas de estas obras no pudieron terminarse por causa de la guerra, pero por
deseo expreso del Führer la labor de planeamiento prosiguió, a pesar del conflicto,
sentando las bases de una futura actividad constructiva.
Ana Valerio
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