La acusación había reprochado el haber entregado dinero a
Quisling. Goering lo negó diciendo que, de haberlo hecho, no hubiera sido tan
roñoso como el Ministerio del Exterior, sino tan espléndido al menos como los
ingleses y norteamericanos.
Sólo una vez vi cierta inseguridad en Goering. En una
pausa del juicio me dijo:
-Sabe usted, el único punto negro en el proceso que tengo
que reconocer es mi pasión de coleccionista. Es cierto que deseaba tener todas
las cosas hermosas. Pero no las quería como propiedad privada. Gentes de
entendimiento cerrado no comprendían esto., pero quizá con el tiempo se den
cuenta de que ningún gran coleccionista de arte del mundo ha sido formado de
otro modo.
Cuando en el juicio se habló de la cuestión de robo de
las obras de arte, Goering afirmó que su deseo era transferirlas al Estado y
que estaba preparando la entrega cuando terminó la guerra. Estas palabras, que
al principio de su declaración hubieran producido una sonrisa irónica en los
labios de los oyentes, parecieron ser aceptadas como un argumento convincente.
Goering ganó también gran simpatía por su postura con
respecto a los demás acusados. Aceptó la responsabilidad de las acciones de los
demás, aun cuando anteriormente no hubieran estado a sus órdenes directas.
Claro que fue lo suficiente listo para restringir en la práctica su “yo me hago
responsable de todos.”
Hans Fritzsche, “Memorias”; de “La Voz
de los Condenados.”
Armando di Blasio –
ResponderEliminarCon todo este asunto de que los vencedores juzguen como les plazca a los vencidos, nos lleva a pensar de alguna forma en el pragmatismo del proceso judicial, no sin antes tener muy presente las actitudes altaneras de ciertos participantes. ¿Acaso Eisenhower fue por algún momento una especie de paradigma de la perfección? Acaso ese payaso de circo de Eisenhower (Disculpe por la expresión algo fuerte pero no veo de que otra forma se le podrá decir) se puede dignar a enjuiciar a un hombre de la categoría de Goring, quien independizo a Alemania económica y por tanto políticamente, quien fortaleció la defensa de la nación alemana dando en solo cuatro anos una Lufftwaffe poderoso y temible. No digo mas, dejemos nuevamente que los hechos revelen la verdad. Esperemos que algún día se erijan estatuas conmemorativas y bustos majestuosos y solemnes de del Gran Hermann Goring.
Les Saluda:
Armando di Blasio